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De la diosa Astarté a la Virgen del Rocío
LA FESTIVIDAD DEL ROCÍO: DEL RITO TARTÉSICO AL ESPECTÁCULO ACTUAL
¿Quién no ha oído hablar o visto imagenes del salto de la reja en la aldea del Rocío? ¿Quién no sabe que en este pueblo agrícola de la provincia de Huelva, se celebra la más grande romería europea, que a veces congrega hasta medio millón o más de personas?
Hoy les presento el trabajo académico original de una amiga (Raquel Venegas, Sevilla) acerca de los famosísimos rituales ligados a la romería de la Virgen del Rocío en Almonte, provincia de Huelva, Andalucía. Se trata de un trabajo muy original e sumamente interesante que vincula una vez más el presente cultural de Andalucía y nuestras raíces fenicias y greco-romanas.
Según un documento acopiado por la Hermandad matriz de Almonte y que data de 1798, fue un pastor del SXV (un cazador según otras versiones) quien encontró en un terreno impracticable llamado La Rocina, una estatuilla colocada sobre el tronco de un árbol, la misma que terminó como patrona de Almonte. Esta epifanía sigue esquemas muy comunes en las apariciones marianas: la Virgen es habitualmente hallada en el entorno natural, especialmente cerca de un árbol, y con menos frecuencia dentro de una cueva o a orillas de un río. La pregunta sería ahora qué relación tiene la Virgen María con los entornos campestres o boscosos y por qué ese carácter bucólico.
Para Raúl Ortega, “la que se presenta ante nosotros es en realidad, la Universal Diosa con sus universales atributos, los cuales se imponen más allá de la disparidad en el tiempo y de los credos” (Ortega R., 2013). Una de las primeras grandes diosas de la Antigüedad, prototípica sobre la que se basa la Virgen María es la gran Artemisa griega, dueña de bosques, montes y selvas, de la vegetación y de los animales libres. Orgullosa de su castidad, Artemisa era “una diosa primigenia adorada no como una más del resto de deidades femeninas del panteón heleno sino como la diosa total, la que resumía y acabaría generando a todas las demás” (Ibidem).
La Virgen del Rocío tiene su ermita curiosamente en la zona protegida de Doñana, una de las reservas de la biosfera más grandes y diversas del continente europeo. Tanto María como Artemisa cabrían dentro de una noción más general como es la de Madre Naturaleza. A este respecto, se dice que “la diosa es el alma, lo que le da vida a la materia inerte, la generadora de lo orgánico. Una sustancia intermedia e intermediaria entre el espíritu más abstracto, que es el atributo propio de los dioses masculinos, de lo solar más ascético y elevado, y la seca e inerte materia, así como la Luna está situada entre el Sol y la Tierra. Ella es la exuberante fuente de vida que realiza el mandato del ´Creced y multiplicaos´. Es el Anima Mundi (…)” (Ortega R., 2013). Como la Luna (relacionada con la fecundidad pero también con la noche, lo furtivo, lo fantástico y lo psíquico), la virginidad de la diosa se establece así entre lo natural y lo sobrenatural.
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